miércoles, 5 de septiembre de 2012

CARIDAD, ... invisible a los ojos

Antonio Garrido, Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Independencia una de las comunas céntricas de la Región Metropolitana de Chile, está en el “ojo” del huracán periodístico y de la ciudadanía, debido a su especial modo de manifestar su caridad con las personas necesitadas. "Esto es una iniciativa propia del alcalde que la viene realizando aproximadamente hace dieciséis años, casi todos los viernes, enfrente de la Municipalidad, nunca dentro", así explica un funcionario del municipio la práctica que según él por años se realiza y que contempla la entrega de $1.000.- (US$2.-) a cada uno de los que hacen fila en el frontis del edificio. 

La caridad es uno de los elementos más nobles del ser humano, pues ello impulsa a la solidaridad con los semejantes. Su inspiración y origen está radicada en la sensibilidad propia e íntima de cada cual. Dar sin esperar retribución es hermoso, pues queda un sabor espiritual indescriptible de satisfacción. Señala el pasaje de un famoso libro sobre la caridad: “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda”, cuya interpretación apunta precisamente a la omisión de difundir y mucho menos publicar sobre el acto en sí, instalando como repudiable decir “ayudé” o decir “yo le dí”, pues generalmente nadie obliga a “dar” o “regalar”. 

El contexto sin duda objeta la caridad en este caso. Primero, estamos situados a tres meses de elecciones municipales, y la sensibilidad política busca siempre la vulnerabilidad de los rivales. Segundo, la caridad comienza por casa y es allí también en la intimidad donde debe plasmarse para evitar tanto revuelo y tanta prensa, entonces, mientras más alejado del municipio mejor. Y tercero, sucede que no siempre la caridad es recibida por quienes la requieren, circunstancia manjar para la suspicacia y alimento para la crítica que busca denostar. 

Conclusión, exponer a la caridad resulta en efectos definitivamente adversos. Ella siempre deberá ser anónima y deberá estar oculta de miradas suspicaces, deberá moverse sin ruídos y con pisadas inaudibles, y finalmente deberá actuar y hablar muy bajo para que solo sea un acto entre dos (quien da y quien recibe). Definitivamente entonces, todo lo que se realice con fines solidarios, sea público y a la vista de todos, tiene cualquier nombre, menos el de caridad.