jueves, 9 de septiembre de 2010

PREMIOS NACIONALES, ... motor de la envidia

Esta ha sido una semana para calificarla como odiosa, en virtud del Premio Nacional de Literatura 2010 obtenido en esta oportunidad por la escritora Isabel Allende Llona. Hoy, ayer y a diario abundan los comentarios que se subrayan tanto antagónicos como favorables en consideración al galardón. Lo entretenido de este asunto radica en el desnudo que sufre la idiosincrasia chilena, cuando se observa tan nítidamente la cualidad de la ENVIDIA. Solo un breve paseo por la red y los medios de comunicación, confirman esto, y de verdad es penoso el espectáculo al que asistimos.

Surgen voces que ningunean y subestiman públicamente a la escritora, cuestión que en sí es vergonzosa, negando primero la fama MUNDIAL (con mayúscula para que se dimensione como debe) y luego la condición de mujer de Allende. Surgen otros más audaces que desean reestructurar la conformación del jurado, objetando la calidad representativa académicamente hablando del Rector de la Universidad de Chile, y hasta negando grados de cultura y conocimientos y solicitando grado docto en todas las áreas al Ministro de Educación, estos bajos comentarios omitiendo los que apuntan a los otros integrantes no representativos. Dentro de los revolucionarios, incluso proponen modificar la entrega del Premio, esto es una vez cada cuatro años.

En mi personal opinión nada de este lamentable espectáculo tendríamos, si el Premio Nacional del área que fuere, omitiera el Art. 17° de la Ley N°19.169 que lo establece. Nótese que solamente por adjudicarse el galardón, el premiado recibe aproximadamente 7 millones de pesos chilenos (US$14.000), además de una renta mensual vitalicia de 20 UTM ($37.417 valor Septiembre de 2010) equivalente a $748.340 pesos chilenos (US$1.500). A su vez si observamos la Norma, nos daremos cuenta de que finalmente la responsabilidad en la adjudicación solo la tiene un grupo de personas, por tanto debemos RESPETAR esa decisión mientras la ley no proponga otra alternativa.

Por otra parte, es lógico que sin dinero el premio no tendría ni la calidad competitiva, ni de reconocimiento que posee. Lo negativo es que en esta historia de los PREMIOS NACIONALES, algunos (y cada año sucede) claramente muestran su faceta por el interés perverso que ejerce el dinero.

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