sábado, 26 de febrero de 2011

MONSTRUO, ... en Viña del Mar - Chile



El espectador, que conforma el llamado “MONSTRUO” del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, vive toda una odisea en el afán de disfrutar una noche de las seis de programación del citado certamen. Para comenzar, en pocas ocasiones en las boleterías se adquiere un boleto para ver precisamente al cantante que nos agrada, pues es frecuente que aquel artista también le simpatiza a la mayoría, quienes viviendo antaño la misma experiencia, prevén y se aseguran los boletos inmediatamente cuando son puestos a la venta. Dicho esto, es no poco común que finalmente se adquieran ticket de entrada para el Festival, para el día en que las ventas son más débiles, o sea, para ver al cantante que menos conocemos o el show que más desconocemos.

Hecho lo anterior, lo restante es esperar con ansiedad el día en que nos instalaremos en la Quinta Vergara (recinto municipal donde se realiza el Festival). Llegado el momento, la aventura de encontrar un estacionamiento es ya el comienzo de la odisea. En todas las cuadras derredor, unos atentos y educados “cuidadores de autos” gesticulan y saludan como si nos conocieran de toda la vida, invitándonos a aparcar en el sitio que pareciera nos tienen reservado, que por demás ciertamente es milimétrico y justo a la medida. La educación y temprana amistad se fractura de inmediato al negociar los costos por el "trabajo" de oteo al vehículo, el que en conjunto con otros tantos automóviles, hacen de aquella una tarea dudosa de realizar con eficiencia, quedando la curiosa sensación que se pagará por un trabajo más bien de fortuna con un “ojalá no me roben”, que por las capacidades como celador del referido vigilante.

Lo entretenido de este asunto es la entrada con sectores vip, platea, y galería (falta el palco). Lo único claro es que donde sea y como en el cine, rogamos que en las butacas delanteras no se sienten “pelucones”, o “cabezones”, o personas con cierto volumen mayor tanto de altura como de ancho, lo que impida una visión óptima de los acontecimientos. Pero lo anterior es nada comparado con la realidad. Los carteles y letreros románticos expresando sentimientos de amor (confundido con admiración) por cantantes y artistas, y también letreros con saludos a parientes y amores lejanos, saludos a artistas, peticiones de trabajo, venta de propiedades, canje, sentimientos poco genuinos, etc., abundan por doquier y aparecen en los momentos precisos en que el espectáculo es más interesante. Un letrero de dimensiones mayores (pueden haberlos hasta de 5 metros de largo y 1 de ancho) es alzado con alegría extrema por quienes nos anteceden, obstruyendo la visión dejándonos a oscuras y ciegos de lo que acontece. Esa práctica hace tan escasamente grata la presencia de nuestros vecinos de asiento ocasionales, que poco a poco más que sentir es grato estar allí, hace que sea todo lo contrario, elevando los niveles de tensión desde un “por favor, también quiero ver”, hasta un “bueno, vas a quitar el letrero?”. También otro de los elementos que abundan y en cuyo único lugar vuelan, son los peluches. Se agregan los vendedores de baratísimos refrescos, baratísimos “sánguches”, y de todo un cuanto hay, vociferan sus productos brindando una elegancia al espectáculo que anonada.

Los sonidos merecen un acápite especial. Gritos desgarradores, gritos de angustia, gritos de histeria (hasta desmayos), y también gritos de grueso calibre que más parecen proyectiles, abundan durante la presentación de los artistas. Sin diferencia de género, muchos de los asistentes más parece están en un estadio o en una feria libre, que en un certamen de índole musical. Los gritos con decibeles agudos se oyen con mayor claridad mientras el show se realiza e interrumpe en varias ocasiones, con las peticiones a todo pulmón de antorchas de plata, antorchas de oro, gaviotas de plata y gaviotas de oro, lo que me hace pensar en la NECESARIA y URGENTE creación de un sinnúmero de incentivos y premios más, con la finalidad de impedir de verdad (pero de verdad) el desarrollo del espectáculo.

Para concluir, la necesidad del uso de baños públicos, y la poco envidiable situación de aquellos con dificultades de esfínter, merecen también un comentario. Se requiere también de fortuna para encontrar un espacio auténticamente higiénico, pues es tanto el número de asistentes, que difícilmente hallemos un sitio carente de restos fisiológicos. En este orden recordemos que el Festival diariamente tiene una duración de 4 horas y media promedio, sin contar el tiempo previo de espera, que en algunos sectores puede ser de muchas más horas que las mencionadas.

Es EVIDENTE y LÓGICO a la luz de los hechos que cualquiera en ese lugar se convierte en un “MONSTRUO”. Moraleja: … estoy viejo, idiota e insoportable, la próxima vez veré el Festival por televisión … prefiero digerir los comerciales y su publicidad engañosa.

2 comentarios:

  1. Todo lo que dice lo imagino perfectamente, eso ocurre también en mi país en la Feria Internacional de Durán, que se abre todos los años por las fiestas de Guayaquil, por supuesto que no tiene la magnitud ni la importacia del festival de Viña del Mar, pero sucede algo parecido, son cinco días donde se presentan una serie de cantantes unos muy conocidos otros que nunca en mi vida los he escuchado, en mis años de juventud estaba pendiente esperando que artistas vendrían para asistir, no me importaba si tenía que estar de pie todo el espéctaculo o discutiendo con los que no dejan apreciar el show, rogando no me roben ni el auto ni a mi adentro, llueve o truene asistía....pero hace pocos años tal vez unos cuatro, reflexioné que ya no me estaba agradando soportar todo esta odisea y me dije "no más" esta será la última vez que vengo a aguantar a tipos pesados, gente grosera, pasar por largas filas donde con suerte no te apreten o te empujen, le aseguro que todo este cambio es producto de los años ja... nos vuelven un poco más exquisitos, prefiero exactamente lo mismo....verlo por televisión, relajada, cómada, donde todo parece bello, ordenado y maravilloso, este tipo de espetáculos masivos tienen los mismos inconvenientes en cualquier lado y nos convertimos simplemente en el púbico televidente.

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  2. En definitiva los festivales son eso: "un acontecimiento o celebración, efectuado generalmente por una comunidad local o por un municipio, que se centra en un cierto tema o un cierto aspecto único de la comunidad" y las reglas obvio quedarán sometidas a sus criterios.

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