STEFAN KRAMER, ... solamente el contexto vale

POLÉMICA (solamente) es la palabra aplicable como consecuencia, a esta situación que por ningún lugar tiene asidero válido. Stefan Kramer, imitador, ha realizado la rutina que se ve en el video, durante la emisión del programa Animal Nocturno del domingo pasado, circunstancia que ha generado un AGOTADOR DESGASTE noticioso. Kramer quien consolidó su prestigio como humorista en la presentación durante la realización del Festival de la Canción de Viña del Mar 2008, cuando también imitó entre otros a Sebastián Piñera, ha sido acusado de faltar el respeto al hoy Presidente de la República.
Fundamentos como: … que el respeto al Presidente de la República debe mantenerse mediáticamente por todos y que no debe ser sobrepasado, cuestión que es razonable pero sujeta a CRITERIO, pues afortunadamente no existe Ley sobre el particular; … que la emisión de esta humorada esté amparada precisamente por el canal estatal (TVN), cuestión que sobredimensiona el llamado “conflicto de intereses”; … que aparezcan algunos aliancistas rasgando vestiduras por este hecho, pidiendo vetos y cabezas de directores editorialistas de la cadena televisora en cuestión; … que opositores incorporen otros argumentos “incrementando” la falta y aportando más leña a la hoguera justo en momentos en que aquella se apaga; … en definitiva, páginas y más paginas dedicadas a un asunto que destacada y nítidamente solo está situado en el CONTEXTO DEL HUMOR.
Concuerdo que el respeto al Presidente es algo así como un deber ciudadano, pues su investidura representativa y mayoritaria lo amerita. Pero si es por criticar esa ausencia de respeto, basta con detenerse en una esquina o pasear por la red, y observar como existen revistas y diarios y medios y personas y de un cuanto hay, que frecuentemente omiten el RESPETO a la autoridad máxima de la nación, y ellos no están precisamente en el contexto de la humorada, sino abiertamente en el PLANO DE LA AGRESIÓN Y LA OFENSA. Por otra parte y para concluír, tanta dedicación comunicacional al hecho, solo demuestra un cierto exceso sádico o masoquista, que divierte o faranduliza aún no sé a quién.