Tiempos extraños se viven en Ecuador. Movimientos indígenas que han logrado enfrentamientos entre la policía y manifestantes con heridos y un muerto, también un paro de profesores generalizado, a esto sumado el alto nivel de delincuencia llámese robos, crímenes, secuestros y asaltos, han obligado al presidente Rafael Correa a decretar el Estado de Excepción durante (en principio) 60 días.
Aunque el presidente ha expresado que esta decisión está radicada en que la policía se encuentra superada por la delincuencia, es una medida que deja sensaciones de ingobernabilidad y de corrupción en niveles de importancia mayor. Solo es mi sensación.
En un Estado de Excepción y aunque las autoridades aseguren que se respetarán las garantías constitucionales, ellas siempre son vulneradas, pues ese es un hecho que históricamente está demostrado . Que las fuerzas armadas en este caso se instalen en las calles de las tres principales ciudades del país ecuatoriano, es una medida parcial, pues la delincuencia siempre es más hábil y emigrará a sitios donde sea menos probable atacarla. En definitiva los abusos del estado de excepción son el problema, pues siempre los inocentes sentirán la presión, las limitantes, las violaciones de sus derechos y el atropello a su calidad de vida. Esto último es más que seguro sea así, más cuando el mismo Decreto refiere Operativos Antidelictivos que ojalá cuenten con prudencia en los procedimientos, Requisa de Armas que seguramente en su ejecución contemplan allanamientos a la población, y Control Vehicular que aunque se diga solo es para los automóviles con vidrios polarizados, esto limitará el tránsito libre.
Si bien son notables las cifras que revelan los medios en cuanto a los hechos de delincuencia en Ecuador durante el año 2008 con 32.806, comparativamente a los hechos similares en lo que va del año 2009 con a la fecha 28.861, aún así son extraños tiempos como decía al comienzo, pues para tomar una medida de esta naturaleza, indudablemente algo ocurre que es mucho más significativo, y que seguramente pronto o en un momento no muy lejano nos mostrará su real dimensión y arista.
Aunque el presidente ha expresado que esta decisión está radicada en que la policía se encuentra superada por la delincuencia, es una medida que deja sensaciones de ingobernabilidad y de corrupción en niveles de importancia mayor. Solo es mi sensación.
En un Estado de Excepción y aunque las autoridades aseguren que se respetarán las garantías constitucionales, ellas siempre son vulneradas, pues ese es un hecho que históricamente está demostrado . Que las fuerzas armadas en este caso se instalen en las calles de las tres principales ciudades del país ecuatoriano, es una medida parcial, pues la delincuencia siempre es más hábil y emigrará a sitios donde sea menos probable atacarla. En definitiva los abusos del estado de excepción son el problema, pues siempre los inocentes sentirán la presión, las limitantes, las violaciones de sus derechos y el atropello a su calidad de vida. Esto último es más que seguro sea así, más cuando el mismo Decreto refiere Operativos Antidelictivos que ojalá cuenten con prudencia en los procedimientos, Requisa de Armas que seguramente en su ejecución contemplan allanamientos a la población, y Control Vehicular que aunque se diga solo es para los automóviles con vidrios polarizados, esto limitará el tránsito libre.
Si bien son notables las cifras que revelan los medios en cuanto a los hechos de delincuencia en Ecuador durante el año 2008 con 32.806, comparativamente a los hechos similares en lo que va del año 2009 con a la fecha 28.861, aún así son extraños tiempos como decía al comienzo, pues para tomar una medida de esta naturaleza, indudablemente algo ocurre que es mucho más significativo, y que seguramente pronto o en un momento no muy lejano nos mostrará su real dimensión y arista.
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