El espionaje es una de las artes más oscuras que los estados y las personas practican. Defino esa manifestación humana así, a la luz de que en los últimos días han llegado desde la nación peruana noticias de espionaje chileno, en principio surgidas, según informaciones “no oficiales” solo a nivel de prensa. Lógicamente deben ser divulgadas en ese plano, pues las consecuencias de una acción de esta naturaleza, son nítidamente peligrosas tanto para la diplomacia como para la paz entre los pueblos involucrados. En este caso particular el asunto cobra mayor amplitud, pues los últimos sucesos diplomáticos entre peruanos y chilenos no han sido del todo favorables, en especial: cuando un diario insulta a un presidente, cuando un ministro se refiere en tonos poco amistosos y casi amenazantes, cuando un general entre copas anuncia bolsas para cadáveres, cuando en vigencia se encuentra un litigio marítimo, cuando parlamentarios hacen declaraciones destempladas, y cuando los ánimos nacionalistas con estas expresiones se sulfuran y provocan ansiedades de violencia tanto verbal y escrita, como de intención tácita.
Los detalles existentes a nivel histórico sobre este tema, siempre son sabidos y conocidos con mucha posterioridad. Si nos situamos en planos llamados de inteligencia de estado, de inmediato se nos vienen a la memoria: la CIA, la KGB, la GESTAPO, el MOSSAD por nombrar algunas, y la CNI para citar una inmediatamente local y que ya no existe en Chile. Organismos de inteligencia que seguramente a no pocos en el mundo les traen recuerdos, sino de rechazo, también de cierto temor. Lo único que se puede deducir para justificar la existencia y creación de estas instituciones, es que solo las mueve la ventaja, pero en esa tarea generalmente sobrepasan la frontera de los derechos humanos, el derecho a la privacidad y porqué no decirlo, también el derecho de la libertad de opinión. Tanto o más grave entonces es el espionaje entre estados, pues involucra a pueblos.
En este caso, es tal el revuelo que ha causado este asunto a nivel gubernamental en ambos países que los Presidentes Alan García y Michelle Bachelet, en estos días presentes en la reunión del Comité Asia Pacífico realizado Singapur donde precisamente la pauta trata sobre la “Paz y la Democracia”, han adelantado en 24 horas su regreso para evaluar en sus respectivas naciones los hechos y sus consecuencias. Postergando así negociaciones, reuniones de la delegación con diversos sectores, y dejando en el ambiente una sensación de que el tema sí es relevante. No es menor por tanto que un suceso de esta naturaleza sea tratado con tanta sutileza y discreción por las cancillerías, resultando esto a mi juicio más que correcto pues resta efervescencia. Solo queda entonces especular y pensar si todo lo que se ha informado es verídico o falso.
Si es verídico se debe sancionar con rigor la red de espionaje, y dar muestras públicas con antecedentes de que esa no es la misión de un gobierno sino de un nimio grupo de personas, las que al parecer están motivadas por principios radicales y atentatorios que no comulgan con los preceptos de la paz. Si es falso, también se deben brindar muestras genuinas de su falsedad y aplacar los ánimos de quienes provocan y divulgan informaciones tan poco favorables, y que solo desfavorecen las excelentes relaciones entre los pueblos.
Los detalles existentes a nivel histórico sobre este tema, siempre son sabidos y conocidos con mucha posterioridad. Si nos situamos en planos llamados de inteligencia de estado, de inmediato se nos vienen a la memoria: la CIA, la KGB, la GESTAPO, el MOSSAD por nombrar algunas, y la CNI para citar una inmediatamente local y que ya no existe en Chile. Organismos de inteligencia que seguramente a no pocos en el mundo les traen recuerdos, sino de rechazo, también de cierto temor. Lo único que se puede deducir para justificar la existencia y creación de estas instituciones, es que solo las mueve la ventaja, pero en esa tarea generalmente sobrepasan la frontera de los derechos humanos, el derecho a la privacidad y porqué no decirlo, también el derecho de la libertad de opinión. Tanto o más grave entonces es el espionaje entre estados, pues involucra a pueblos.
En este caso, es tal el revuelo que ha causado este asunto a nivel gubernamental en ambos países que los Presidentes Alan García y Michelle Bachelet, en estos días presentes en la reunión del Comité Asia Pacífico realizado Singapur donde precisamente la pauta trata sobre la “Paz y la Democracia”, han adelantado en 24 horas su regreso para evaluar en sus respectivas naciones los hechos y sus consecuencias. Postergando así negociaciones, reuniones de la delegación con diversos sectores, y dejando en el ambiente una sensación de que el tema sí es relevante. No es menor por tanto que un suceso de esta naturaleza sea tratado con tanta sutileza y discreción por las cancillerías, resultando esto a mi juicio más que correcto pues resta efervescencia. Solo queda entonces especular y pensar si todo lo que se ha informado es verídico o falso.
Si es verídico se debe sancionar con rigor la red de espionaje, y dar muestras públicas con antecedentes de que esa no es la misión de un gobierno sino de un nimio grupo de personas, las que al parecer están motivadas por principios radicales y atentatorios que no comulgan con los preceptos de la paz. Si es falso, también se deben brindar muestras genuinas de su falsedad y aplacar los ánimos de quienes provocan y divulgan informaciones tan poco favorables, y que solo desfavorecen las excelentes relaciones entre los pueblos.
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