Hace aproximadamente tres años el programa “AMOR CIEGO” llamado el “reality de los feos”, se emitía en horario estelar de la televisión abierta a través del Canal 13. Aquel consistía en el concurso de 20 varones demasiado comunes quienes a través de diversas pruebas y citas debían conquistar a una mujer, la que en cada capítulo eliminaba a quien no le parecía afín. Así entonces se transformó este programa en un suceso, con apuestas y diversas hipótesis que buscaban un ganador en consideración a virtudes y calidad humana, más que por apariencia física y background propio.
La pareja ideal era el objetivo y la rubia tipo barbye llamada Carolina Bastías (Cari), era la princesa que debía finalmente elegir a su príncipe azul. Así se desarrollaron una serie de episodios que resultaron como ganador a Edmundo Varas, quien se congració con la simpatía y el afecto de los televidentes y de la misma Cari, producto de atisbos de algunas cualidades y de cierta personalidad que solo es necesaria para ese tipo de programas televisivos concursos, que buscan solamente elevar los rating y ganar la atención de un público que requiere a cada momento saciar su sed de ídolos falsos.
En ídolo precisamente (creyó y hasta el día de hoy cree) se transformó Edmundo Varas, un joven modesto proveniente de una familia sencilla como cualquiera en Chile. Esta cualidad le llevó del anonimato a la fama y al conocimiento (nunca reconocimiento) público, transformándose en personaje de interés en eventos y discotecas, circunstancia que evidentemente le cambió la vida en consideración a los mayores ingresos monetarios percibidos.
En el intertanto, la opinión pública que elevó al rango de famoso a este personaje, supo de escándalos como el de la entrevista a su salida de un motel santiaguino acompañado de una señorita cuando dijo sin inmutarse “solo vinimos a conversar”, demostrando con ello cierta desinteligencia. U otros escándalos como choques automovilísticos, arrestos, arrebatos en tribunales, riñas, peleas, un casamiento “apurado”, una separación forzada, entrevistas en directo suspendidas por irritación, irrupción de morada y tantas otras desafortunadas situaciones. Estos hechos además transfomándolo en caviar para los programas televisivos, programas radiales, diarios, y revistas de farándula, quienes es necesario decirlo, no aportan a la optimización de la convivencia, sino precisamente a lo contrario cual es la sucia suspicacia y el interés por la vida ajena.
Todos los anteriores sucesos demuestran que se es muy susceptible a la fama, especialmente cuando no se ha vivido en o con ella. Primero porque se estrechan los ámbitos de la vida privada y segundo porque es considerablemente fácil “creerse el cuento” y actuar en la realidad como divo adoptando actitudes equívocas. Conclusión: Varas hoy está recluido esperando una sentencia que podría enviarlo tras las rejas hasta por cinco años producto de la violación a una orden judicial de alejamiento de su ex esposa, y se agrega a lo anterior, el maltrato de obra a Carabineros (fuerza pública).
Este humilde joven no ha sabido reconocer a la fama como una oportunidad para apurar el éxito en la vida, pues olvidó al parecer que solamente ha ganado un concurso, y tanto la familia directa como él, han demostrado carecen de una visión que les permita aprovechar la ventaja que la fortuna les brindó. Finalmente, es evidente a la luz de los hechos, que se requiere con urgencia e inmediatez intervenir a este ídolo falso con un tratamiento psicológico potente que le haga volver a la realidad, evento que de no ser posible, logrará que lo perdamos en alguna trágica “también” circunstancia.
La pareja ideal era el objetivo y la rubia tipo barbye llamada Carolina Bastías (Cari), era la princesa que debía finalmente elegir a su príncipe azul. Así se desarrollaron una serie de episodios que resultaron como ganador a Edmundo Varas, quien se congració con la simpatía y el afecto de los televidentes y de la misma Cari, producto de atisbos de algunas cualidades y de cierta personalidad que solo es necesaria para ese tipo de programas televisivos concursos, que buscan solamente elevar los rating y ganar la atención de un público que requiere a cada momento saciar su sed de ídolos falsos.
En ídolo precisamente (creyó y hasta el día de hoy cree) se transformó Edmundo Varas, un joven modesto proveniente de una familia sencilla como cualquiera en Chile. Esta cualidad le llevó del anonimato a la fama y al conocimiento (nunca reconocimiento) público, transformándose en personaje de interés en eventos y discotecas, circunstancia que evidentemente le cambió la vida en consideración a los mayores ingresos monetarios percibidos.
En el intertanto, la opinión pública que elevó al rango de famoso a este personaje, supo de escándalos como el de la entrevista a su salida de un motel santiaguino acompañado de una señorita cuando dijo sin inmutarse “solo vinimos a conversar”, demostrando con ello cierta desinteligencia. U otros escándalos como choques automovilísticos, arrestos, arrebatos en tribunales, riñas, peleas, un casamiento “apurado”, una separación forzada, entrevistas en directo suspendidas por irritación, irrupción de morada y tantas otras desafortunadas situaciones. Estos hechos además transfomándolo en caviar para los programas televisivos, programas radiales, diarios, y revistas de farándula, quienes es necesario decirlo, no aportan a la optimización de la convivencia, sino precisamente a lo contrario cual es la sucia suspicacia y el interés por la vida ajena.
Todos los anteriores sucesos demuestran que se es muy susceptible a la fama, especialmente cuando no se ha vivido en o con ella. Primero porque se estrechan los ámbitos de la vida privada y segundo porque es considerablemente fácil “creerse el cuento” y actuar en la realidad como divo adoptando actitudes equívocas. Conclusión: Varas hoy está recluido esperando una sentencia que podría enviarlo tras las rejas hasta por cinco años producto de la violación a una orden judicial de alejamiento de su ex esposa, y se agrega a lo anterior, el maltrato de obra a Carabineros (fuerza pública).
Este humilde joven no ha sabido reconocer a la fama como una oportunidad para apurar el éxito en la vida, pues olvidó al parecer que solamente ha ganado un concurso, y tanto la familia directa como él, han demostrado carecen de una visión que les permita aprovechar la ventaja que la fortuna les brindó. Finalmente, es evidente a la luz de los hechos, que se requiere con urgencia e inmediatez intervenir a este ídolo falso con un tratamiento psicológico potente que le haga volver a la realidad, evento que de no ser posible, logrará que lo perdamos en alguna trágica “también” circunstancia.
¿Cuándo ha sido un "idolo" ese pobre imbecil e inutil mimado por la prensa?
ResponderBorrarYa sería hora de que trabajara en algo util y se gane la vida honradamente.
Para un segmento pequeño o del tamaño que sea, este joven Varas fué y es un ídolo alcanzando la estrella de la fama mediática. Lo penoso es la desorientación que ha sufrido producto de su escaso criterio y formación.
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