Es categóricamente cierto que todos estamos a favor de la vida. Luego cuando situamos esa premisa en las bases morales, religiosas, y de otra índole, dividimos las opiniones y la balanza a favor al parecer se desequilibra. Surgen entonces argumentos que legítimamente avalan las posturas, logrando así que la brecha en contra o no tomen distancias y se enfrenten.
Así es la batalla en el campo del debate, cuando se trata de determinar una ley transversal a lo humano, al derecho, y básicamente a la libertad de elegir. El aborto terapéutico y también eugenésico es uno de estos temas complejos. Las voces un día nos señalan circunstancias favorables, y al día siguiente nos desorientamos. Pero a mi juicio, eso sucede por el hecho de que una ley es una norma, y su aplicación enmarca y enajena muchas situaciones de carácter doméstico, quedando sujeta a criterios o como se ha manifestado en varias ocasiones, a la interpretación.
La vida comienza según estudios: cuando existe un cerebro, una cantidad de semanas, una condición embrionaria, una anidación, un efecto celular, un ritmo cardiaco, etc. En consecuencia no es teoría absoluta el hecho que se dictamine por decreto o resolución o por alguien, el inicio o génesis de la vida humana en el vientre de una madre. Es por tanto también, relevante suponer que grupos radicales, ortodoxos, religiosos, sectarios, y hasta simples fanáticos, tengan también opinión, y la sostengan para oponerse también a esta iniciativa en Chile, cual es legislar sobre esta materia.
El tema de fondo es determinar nítidamente y específicamente: el cuándo se aplica, las causales por las que se aplica, las consecuencias, y lo más importante, cautelar y brindar exclusión al aborto “antojadizo” como tal. Miles pueden ser las razones que un juez o un médico, pueden considerar para la realización de una aborto terapéutico, pero eso también implica buscar fisuras en la ley para los expertos en evadirla, quienes no tengamos la menor duda inducirán un aborto muy por fuera de las características que la eventual ley indique.
Este asunto en definitiva, es materia de propio derecho de la mujer. Por otra parte y luego de un diagnóstico clínico desfavorable de embarazo, ¿es atribución de todos, o de un grupo circunstancial de parlamentarios, o de un sector político, o de toda la ciudadanía, negar (porque también puede siempre asentir) a una mujer o una adolescente o una niña, mantener y sostener sobre sus hombros, un hecho tan significativo que cambiará radicalmente su propia vida?.
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