Si usted en el cumplimiento de sus funciones laborales fuese sorprendido chateando desde su celular, en su computador, o en su tablet, y agregado aquella mensajería tuviese alto contenido erótico, ... cuál sería su reacción?. Seguramente luego de sentirse descolocado y del bochorno, ofrecería disculpas prometiendo que lo sucedido no volvería a repetirse. Tengo certeza que la situación planteada concluye que existe una falta, y que el grado de la falta depende de otros factores. Concluyente también es el hecho que definitivamente existen circunstancias y lugares para manifestaciones privadas entre personas.
Desde otra perspectiva, si usted sorprendiera a su empleado chateando en horario de trabajo y que esa mensajería tuviese contenido sexual, le haría saber sobre alguna medida disciplinaria?. A mi juicio, mínimo un llamado de atención es lo que correspondería. También desde el punto de vista jerárquico, es evidente que se hace necesaria una medida disciplinaria para sentar precedente frente a los demás empleados, pues este tema de la mensajería es parte de la vida cotidiana y se manifiesta en las salas de clases, en la conducción en calles y carreteras, y hasta en ceremonias oficiales de gobierno transmitidas a países enteros. Es innegablemente un tema globalizado y mundial.
Un personaje público logrado de la representatividad de las urnas y que llega a la vida pública como consecuencia de la confianza de votos ciudadanos, tiene una doble responsabilidad con sus actos y por ende con su imagen. Es el caso de los parlamentarios (senadores, diputados), alcaldes, concejales, y presidente de la República, ellos todos tienen la obligatoriedad de cuidar su imagen y proyectar a la ciudadanía el respeto y la consideración que hacen de sus cargos. Sin embargo sabemos que la fama y la vida pública tiene efectos psicotrópicos y desorienta la mayoría de las veces a quienes la poseen, logrando incluso que esos personajes adopten actitudes extrañas, verticales, intocables, y hasta con ciertos sesgos de poder que solo habitan en sus propios cerebros.
Todo este relato a consecuencia del escándalo generado en el hemiciclo del Parlamento de la República por el Diputado Ceroni, por tanto a él y a muchos como él es importante expresarle, que su vida privada es intocable y que verdaderamente a muy pocos les importa excepto a su familia, y que las consecuencias de su ansiedad debe asumirlas con gallardía en función de su investidura. El honor se subraya reconociendo los errores, y la dignidad ocupa su lugar cuando nos situamos en el contexto que corresponde.
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