jueves, 24 de septiembre de 2009

DEBATE PRESIDENCIAL, ... en ojos de un chileno

Días atrás con motivo de la conmemoración de las Fiestas Patrias, todos los sectores políticos sin excepción y particularmente los candidatos presidenciales se adherían a la esperanza de unidad y al compromiso de alejarse de las descalificaciones, logrando así ante la ciudadanía, un proceso eleccionario que permitiera priorizar y brindar especial relevancia a los aspectos programáticos que trataran las dificultades de los chilenos. En este contexto anoche se realizaba el primer debate presidencial televisado por TVN (canal estatal), el que reflejó según los análisis posteriores (como siempre): el triunfo, la claridad, las excelentes respuestas, la preocupación, las disposición y la brillante participación de cada uno de los aspirantes al sillón presidencial (según cada comando y cada partidista entrevistado).
Lo que vió el ciudadano que simplemente votará su opción en Diciembre, fue a cuatro contendores más que a personas con altura de miras. Tres de ellos representantes de una marcada tendencia dividida, que inevitablemente en algún momento tendrá que fusionarse, y solo uno de derecha u oposición que parecía muy solo frente al mundo y a los argumentos.
Puntualmente, Arrate: audaz, nítido y categórico para plantearse señalando sin tapujos las dificultades reales de la sociedad chilena, haciendo tangible su notoria y escasa oportunidad en los medios, conocedor del ambiente político, pero cuya audacia le juega en contra en términos frontales y en una imagen presidencial prudente y conciliadora.
Enríquez-Ominami: certero, dinámico, joven, en imagen muy bien, se nota se ha preocupado por el aspecto comunicacional, pero se le vió poco ponderado y majaderamente buscando la confrontación directa de sus ideas las que no dejan de ser interesantes, apelando en más de una oportunidad a silencios que sus contendores difícilmente romperían, sin duda ha mejorado su llegada a los votantes.
Frei: por primera vez sonriendo, abusó de la muleta que le brinda el gobierno de Bachelet (sin duda mucho mejor gobierno que el mismo lideró), definitivamente proyecta escasa credibilidad, su desacierto es impugnar ante la ciudadanía un hecho ya zanjado para quienes entienden sobre el asunto, su error es utilizar el contexto que resta relevancia al debate y le quita la calidad esperada.
Piñera: desarreglado (quién le arregló la corbata me preguntaba), demostró escasa personalidad (raro en él), todo le jugó en contra, la violación al respeto por parte del público cuestión que indudablemente lo amilanó psicológicamente, el misil certero e inesperado de su mayor contendor en cuanto al uso de información privilegiada, pero tuvo un buen final y algo se sobrepuso.
No se ve favorable la repetición o que se realice otro debate televisado, fundamentalmente porque el público marcó subliminalmente una tendencia y abusó de su presencia, y porque las debilidades de dicción, planteo y el aspecto técnico de los programas de gobierno, no puede ser dejado en manos de cuestiones verbales ni de respuestas tan breves, ni dejado en manos de una imagen televisiva, no obstante, las preguntas que no me parecieron también ni breves ni claras para la ciudadanía.

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