Una vez más quisiera reflexionar sobre una actitud humana, la cual remece conciencias, provoca guerras, genera desencantos y finalmente separa voluntades de consenso evitando así lograr la tan ansiada tranquilidad que nos brinda la paz. El día de ayer mientras la gran mayoría de quienes estábamos en el estadio y disfrutando una vez más de un triunfo albo, esta vez holgado frente a una escuadra extranjera, algunos o algún integrante de una tribuna lanzó un proyectil que provocó la inmediata suspensión de un evento que a esas alturas ya era una fiesta. La primera actitud frente a lo deleznable de la situación, fue la de adherirme a los improperios e insultos que al aire todos enviaban, de ese modo manifestando también la impotencia ante la irresponsabilidad de hallar al responsable de tan primitiva acción. Es increíble como la violencia puede cambiar el ritmo de los acontecimientos, pues sucede a mi juicio, que muchas veces no distinguimos dónde está el preciso límite entre la manifestación de disgusto, malestar o enojo y el carácter de la violencia. Es análogo al hecho de la broma de un niño a otro, pues la broma puede tener tanto efecto como ninguno, pero el límite a su vez un niño no lo dimensiona, en cambio un adulto lo dimensiona y aún así, actúa cegado en esos casos sin medir las consecuencias.
Algunos señalan que este flagelo debiera estar desterrado de una sociedad civilizada, pero que sigue actuando entre nosotros como si fuera el único medio por el cual algunos pocos hacen oír su voz, mientras que la mayoría –perjudicada-, debe seguir soportándolos. Sin duda que este factor tan propio a lo humano lo desarrollamos cada uno en nuestra formación, inicialmente en la familia y luego con nuestros entornos, culminando en las reacciones de cada cual frente a las diversas situaciones que la vida le proponga, por tanto creo es imposible desterrarla sino que dosificarla a su grado mínimo por cada uno.
Los medios de comunicación sobrevaloran la violencia como medio de impacto y notoriedad para lograr efectos en la población, la familia en su cotidianeidad vive también momentos de violencia cuando los altercados superan los límites de lo aceptable …
He concluido que la violencia es solamente erradicada de nuestros escenarios familiares, sociales, culturales y personales, con la actitud del respeto … disciplina que lamentablemente no está dentro de los valores prioritarios a desarrollar por la sociedad. A su vez para respetar los espacios y las conductas, debemos amalgamar criterios que midan o dimensionen cuándo estamos ad portas de la violencia.
A diario nos informamos de hechos violentos, desde señales por ejercicios atómicos y bélicos en algún lugar del mundo, resoluciones de invasión, padres que agreden a sus hijos pequeños y en algunos casos bebés dejándoles en coma en un hospital, vandalismo estudiantil que deforma y degenera legítimas demandas, violencia intrafamiliar psicológica de importancia y también física que termina lamentablemente con homicidio de algún cónyuge, hijas abusadas por sus padres, etc … además, solo algunas de estas formas de violencia son recientes, otras acompañan al ser humano desde sus orígenes. Por tanto como el virus del resfrío, la violencia habita en cada uno de nosotros, no basta por tanto orar sino formar y educarnos tanto a nosotros mismos como a las generaciones venideras, para que la dominen a tal punto que se haga intangible su existencia … porque desafortunadamente siempre ha existido y existirá …
Algunos señalan que este flagelo debiera estar desterrado de una sociedad civilizada, pero que sigue actuando entre nosotros como si fuera el único medio por el cual algunos pocos hacen oír su voz, mientras que la mayoría –perjudicada-, debe seguir soportándolos. Sin duda que este factor tan propio a lo humano lo desarrollamos cada uno en nuestra formación, inicialmente en la familia y luego con nuestros entornos, culminando en las reacciones de cada cual frente a las diversas situaciones que la vida le proponga, por tanto creo es imposible desterrarla sino que dosificarla a su grado mínimo por cada uno.
Los medios de comunicación sobrevaloran la violencia como medio de impacto y notoriedad para lograr efectos en la población, la familia en su cotidianeidad vive también momentos de violencia cuando los altercados superan los límites de lo aceptable …
He concluido que la violencia es solamente erradicada de nuestros escenarios familiares, sociales, culturales y personales, con la actitud del respeto … disciplina que lamentablemente no está dentro de los valores prioritarios a desarrollar por la sociedad. A su vez para respetar los espacios y las conductas, debemos amalgamar criterios que midan o dimensionen cuándo estamos ad portas de la violencia.
A diario nos informamos de hechos violentos, desde señales por ejercicios atómicos y bélicos en algún lugar del mundo, resoluciones de invasión, padres que agreden a sus hijos pequeños y en algunos casos bebés dejándoles en coma en un hospital, vandalismo estudiantil que deforma y degenera legítimas demandas, violencia intrafamiliar psicológica de importancia y también física que termina lamentablemente con homicidio de algún cónyuge, hijas abusadas por sus padres, etc … además, solo algunas de estas formas de violencia son recientes, otras acompañan al ser humano desde sus orígenes. Por tanto como el virus del resfrío, la violencia habita en cada uno de nosotros, no basta por tanto orar sino formar y educarnos tanto a nosotros mismos como a las generaciones venideras, para que la dominen a tal punto que se haga intangible su existencia … porque desafortunadamente siempre ha existido y existirá …
Gran tema la violencia…
ResponderBorrarDebo reconocer que muchas veces es “liberador” expresar con palabras algún enojo, sobre todo cuando uno está en masa, en donde se potencian más estas actitudes que en forma individual, uno tiende más a controlar. Es super humano explotar así…, más bien super animal, porque en definitiva, eso somos…, pero también somos seres sociables y ante eso existen reglas de “buen comportamiento” y de respeto al otro.
Dentro de lo más dañino y perdurable en el tema violencia, está sin lugar a dudas la violencia psicológica, en donde el daño puede ser mucho más profundo que un mismo golpe, y que es del tipo de violencia que con más constancia a mi parecer, vemos en la sociedad actual. La misma “violencia” entre niños y jóvenes, en donde asocian que se es “más bacán” el que molesta a otros o no acepta la diversidad, sin dimensionar siquiera la inseguridad que a la larga le provocan en silencio a ese niño violentado constantemente con sobrenombres, con acciones de poder, con descalificaciones, etc.
Y dentro la violencia física y a propo de tanto niño agredido a nivel de estar graves en hospitales o muerte algunos…. Uffffffffffffffffff ufffffffffffffffff sinceramente ojalá esos padres agresores y enfermos, mueran en la cárcel y con la condena y repudio de los mismos presos… pero el tema, es que lo pasen mal, muy mal, porque no hay derecho a tanto daño a alguien que ni siquiera decidió nacer donde está…
Vic.