El Domingo pasado en Brasil, se jugaron partidos de fútbol que cerraban el campeonato local donde Flamengo alzó la copa ciñiéndose como el campeón y monarca brasileño. A kilómetros en la ciudad de Curitiba, se enfrentaban el mismo día los equipos de Coritiba y Fluminense quienes en esta justa decidían el descenso del primero de los nombrados a segunda división, situación que ocurrió finalmente pues solo la victoria mantenía a los locales en la división de honor. Resultado, un policía inconsciente retirado en helicóptero desde el mismo césped del estadio, 18 personas heridas (de las oficiales), hinchas enardecidos en el pleno campo de juego con palos, sillas y con todo elemento contundente, árbitros agredidos, violencia en las calles alrededor del estadio, piedrazos a la casa del presidente de Fluminense y como consecuencia inicial un estadio clausurado.
En Chile, por esto días se vive la final del fútbol chileno cuyos equipos Universidad Católica y Colo-Colo tuvieron sus primeros noventa minutos de 180 (partidos ida y vuelta) el Sábado pasado cuando en el Estadio Monumental David Arellano (de Colo-Colo) los equipos referidos empataron 2-2, en un encuentro que contó con la presencia de 40 mil personas aproximadamente. El día de mañana Miércoles en el Estadio Santa Laura de Santiago y a las 18:00 hrs., se jugarán los segundos 90 minutos que resultarán en un perdedor y un ganador que será el campeón.
El tema de los estadios: su capacidad, seguridad, comodidad, ubicación y otros factores son cada día más importantes de considerar a la hora de recibir y contener a tanto público. Pero toda esta introducción apunta a los hechos que se han suscitado desde el Sábado hasta ahora, cuando aún no se juega y cuando a todas luces se ha cometido un inmenso error por parte de la dirigencia de Universidad Católica al decidir hacer uso de su localía, en un recinto cuya capacidad para 20 mil personas no entrega garantías de seguridad para un encuentro de tanta importancia y magnitud.
Como los “cruzados” (Universidad Católica) organizan la segunda disputa, dispusieron 3000 boletos para los hinchas de Colo-Colo situación que ya dejó entrever un exacerbado ánimo de las barras con vistas al encuentro, cuyos adherentes han manifestado asistir de igual manera aunque no les permitan ingresar. Vale señalar que la “Garra Blanca” es uno de las barras más apasionadas del fútbol chileno y para algunos la más peligrosa en términos de acción colectiva. Otro hecho a considerar es la agresión sufrida ayer por un hincha colocolino al intentar adquirir una entrada en las boleterías del estadio San Carlos de Apoquindo. Se suma a lo anterior, el Recurso de Protección que busca la suspensión del partido presentado en tribunales por el Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Independencia cuya resolución ojalá sea considerada a lugar por la Corte de Apelaciones, lo que impediría se jugara en el recinto de Plaza Chacabuco.
A todo lo anterior se agrega la figura elitista que este enfrentamiento tiene. Es tangible que la Universidad Católica quien posee su estadio San Carlos de Apoquindo ubicado en sector oriente de la capital conocido como el “barrio alto” de la ciudad, posee un estigma que lo hace pertenecer a un grupo social de elite. A su vez Colo-Colo, sin duda tiene adherencia mayoritaria en los sectores más populares de la población lo que amplía su calidad heterogénea. Como "botón de muestra", hoy en la página “Dale Albo” algunos garreros en foro hacen un llamado a los hinchas a “cogotear” a los cruzados quitándoles las entradas, o bien, esperándolos a la salida del encuentro.
Como se puede ver todo apunta a signos de peligrosidad mayor, y por tanto todos los elementos deben ser considerados por la autoridad. Una justa de esta naturaleza no puede ser dejada en manos de intereses mezquinos, o de un grupo de personas que omiten la efervescencia colectiva, indistintamente de argumentos de conducta u otros. Solo es un juego es cierto, pero en estos casos la animosidad lo olvida.
En Chile, por esto días se vive la final del fútbol chileno cuyos equipos Universidad Católica y Colo-Colo tuvieron sus primeros noventa minutos de 180 (partidos ida y vuelta) el Sábado pasado cuando en el Estadio Monumental David Arellano (de Colo-Colo) los equipos referidos empataron 2-2, en un encuentro que contó con la presencia de 40 mil personas aproximadamente. El día de mañana Miércoles en el Estadio Santa Laura de Santiago y a las 18:00 hrs., se jugarán los segundos 90 minutos que resultarán en un perdedor y un ganador que será el campeón.
El tema de los estadios: su capacidad, seguridad, comodidad, ubicación y otros factores son cada día más importantes de considerar a la hora de recibir y contener a tanto público. Pero toda esta introducción apunta a los hechos que se han suscitado desde el Sábado hasta ahora, cuando aún no se juega y cuando a todas luces se ha cometido un inmenso error por parte de la dirigencia de Universidad Católica al decidir hacer uso de su localía, en un recinto cuya capacidad para 20 mil personas no entrega garantías de seguridad para un encuentro de tanta importancia y magnitud.
Como los “cruzados” (Universidad Católica) organizan la segunda disputa, dispusieron 3000 boletos para los hinchas de Colo-Colo situación que ya dejó entrever un exacerbado ánimo de las barras con vistas al encuentro, cuyos adherentes han manifestado asistir de igual manera aunque no les permitan ingresar. Vale señalar que la “Garra Blanca” es uno de las barras más apasionadas del fútbol chileno y para algunos la más peligrosa en términos de acción colectiva. Otro hecho a considerar es la agresión sufrida ayer por un hincha colocolino al intentar adquirir una entrada en las boleterías del estadio San Carlos de Apoquindo. Se suma a lo anterior, el Recurso de Protección que busca la suspensión del partido presentado en tribunales por el Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Independencia cuya resolución ojalá sea considerada a lugar por la Corte de Apelaciones, lo que impediría se jugara en el recinto de Plaza Chacabuco.
A todo lo anterior se agrega la figura elitista que este enfrentamiento tiene. Es tangible que la Universidad Católica quien posee su estadio San Carlos de Apoquindo ubicado en sector oriente de la capital conocido como el “barrio alto” de la ciudad, posee un estigma que lo hace pertenecer a un grupo social de elite. A su vez Colo-Colo, sin duda tiene adherencia mayoritaria en los sectores más populares de la población lo que amplía su calidad heterogénea. Como "botón de muestra", hoy en la página “Dale Albo” algunos garreros en foro hacen un llamado a los hinchas a “cogotear” a los cruzados quitándoles las entradas, o bien, esperándolos a la salida del encuentro.
Como se puede ver todo apunta a signos de peligrosidad mayor, y por tanto todos los elementos deben ser considerados por la autoridad. Una justa de esta naturaleza no puede ser dejada en manos de intereses mezquinos, o de un grupo de personas que omiten la efervescencia colectiva, indistintamente de argumentos de conducta u otros. Solo es un juego es cierto, pero en estos casos la animosidad lo olvida.
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