miércoles, 30 de marzo de 2011

HECHOS CONSUMADOS, ... nadie responde

Una vez transcurridos los lamentables hechos del 27 de Febrero de 2010, fecha en que algunas regiones de Chile sufrieron un terremoto de magnitud mayor, muchas y mil historias se han sucedido. Pero sumado a la sobrevivencia, ninguno de los hechos es más insoportable e imponente, que la impotencia de los deudores hipotecarios de bienes inmuebles siniestrados.

Porqué los bancos usuran a vista y paciencia de la ciudadanía?. Los hechos denunciados en el programa de TVN llamado “Esto no tiene nombre” emitido hace un rato, reflejan la perversa política de esas instituciones, cual es reventar y despojar de su dinero a los clientes, primero hasta el límite de lo tolerante y luego con desprecio respecto de sus dificultades.

Ha transcurrido más de un año desde que se sucedió el trágico sismo, y miles de familias en Chile han sufrido desde la humillación hasta la burla. Por el simple hecho de desconocer lo que se firmaba, por haber adquirido un inmueble construido muy por bajo la norma, por trámites engorrosos que solo agotan y obligan a asumir la pérdida, por promesas de autoridades que no se cumplieron, y por bancos que solo protegen los intereses propios y jamás los de sus clientes, que paradójicamente son quienes sustentan esos organismos.

Las políticas gubernamentales respecto de los abusos de la banca y de los grupos económicos de poder, continúa siendo débil y casi silente. Recuerdo que uno de los pilares programáticos de Sebastián Piñera cuando candidateaba su opción presidencial, era precisamente el trabajar para resolver este tópico que tanto castiga especialmente a la clase media chilena. Como muestra un botón: si traemos a la memoria el hecho acaecido en Octubre pasado respecto del casi festivalero anuncio de la eliminación de los servicios asociados a los créditos hipotecarios, lamentablemente no ha pasado más allá de ser una idílica noticia que a estas alturas solo deja ecos de risotadas. Ese evento agregado los cotidianos robos legales, son errores que la ciudadanía observa, que los chilenos asumen, que se pagan con esfuerzo, pero que pasarán la cuenta a alguien cuando aquel necesite apoyo.

Cuando los hechos están consumados, única y exclusivamente la víctima comprende de qué se trata su problema, nadie más.

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