El espíritu (en el papel) de Transantiago es el de brindar un servicio de óptima calidad a sus usuarios. Transcurridos dos años y algo desde su implementación en la capital de Chile, mucho por hacer aún queda. Es notable y digno de reconocimiento que bastante se ha mejorado, pero también, en este proceso se han manifestado fallas no técnicas en su aplicación, sino las transversales al sistema de transporte.
En infraestructura es evidente que falta demasiado, pues aún se construyen corredores y aún existen calles principales con bastante dificultad (llámese ex Macul) donde los “eventos” (hoyos) hacen de los viajes algo así como navegar con el “mar picado” con tempestad y vientos incluídos. Evidente en este contexto es lo que el lector reclama en este artículo aparecido hoy en El Mercurio, los paraderos de los buses alimentadores en muchos casos no están terminados, en otros medianamente terminados y en otros terminados pero definitivamente abandonados. Se supone que los paraderos requieren soporte o mantención, desde la limpieza hasta el cuidado de su iluminación (cuando con suerte la hay).
Pero lo más entretenido a mi juicio en este tema Transantiago, es la interacción conductores-usuarios. Como el sistema propone detenciones, tomar y dejar pasajeros solo en los paraderos autorizados, es un espectáculo el desconocimiento de quien desea bajar sin saber en qué lugar se producirá la detención, o también, ignorar si la calidad del servicio es expreso o común, con discusiones a viva voz entre conductor y usuario generalmente entre insultos e invocaciones de familiares mutuos, lógicamente con ello ampliando la cultura de todos quienes viajan.
Si bien los conductores participaron en un proceso de capacitación que debo admitir es notorio en términos de tránsito, es muy escaso en términos de criterio. No veo razón para discutir con la gente solo por discutir, no veo razón en solicitar agradecimientos de los pasajeros porque hicieron una excepción a la norma que impedía la toma de pasajeros, no veo razón para no permitir la bajada de los usuarios si existe una detención obligada por un accidente de tránsito esperando solo abrir las puertas cuando se llegue al próximo paradero, no veo razón para violar la regla si alguna linda muchacha le pide se detenga para subir o bajar en lugar “no autorizado”, en fin creo que he visto aún muy poco. Aplicable será entonces la premisa que señala: “el cliente siempre tiene la razón”.
En infraestructura es evidente que falta demasiado, pues aún se construyen corredores y aún existen calles principales con bastante dificultad (llámese ex Macul) donde los “eventos” (hoyos) hacen de los viajes algo así como navegar con el “mar picado” con tempestad y vientos incluídos. Evidente en este contexto es lo que el lector reclama en este artículo aparecido hoy en El Mercurio, los paraderos de los buses alimentadores en muchos casos no están terminados, en otros medianamente terminados y en otros terminados pero definitivamente abandonados. Se supone que los paraderos requieren soporte o mantención, desde la limpieza hasta el cuidado de su iluminación (cuando con suerte la hay).
Pero lo más entretenido a mi juicio en este tema Transantiago, es la interacción conductores-usuarios. Como el sistema propone detenciones, tomar y dejar pasajeros solo en los paraderos autorizados, es un espectáculo el desconocimiento de quien desea bajar sin saber en qué lugar se producirá la detención, o también, ignorar si la calidad del servicio es expreso o común, con discusiones a viva voz entre conductor y usuario generalmente entre insultos e invocaciones de familiares mutuos, lógicamente con ello ampliando la cultura de todos quienes viajan.
Si bien los conductores participaron en un proceso de capacitación que debo admitir es notorio en términos de tránsito, es muy escaso en términos de criterio. No veo razón para discutir con la gente solo por discutir, no veo razón en solicitar agradecimientos de los pasajeros porque hicieron una excepción a la norma que impedía la toma de pasajeros, no veo razón para no permitir la bajada de los usuarios si existe una detención obligada por un accidente de tránsito esperando solo abrir las puertas cuando se llegue al próximo paradero, no veo razón para violar la regla si alguna linda muchacha le pide se detenga para subir o bajar en lugar “no autorizado”, en fin creo que he visto aún muy poco. Aplicable será entonces la premisa que señala: “el cliente siempre tiene la razón”.
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