He aquí un tema interesante y transversal a la religión, la política y la sociedad. Hoy en la mañana como auditor de siempre, oía la entrevista que una radioemisora realizaba al presidente del movimiento de liberación homosexual en Chile, y escuchaba los conceptos de aquel, en consecuencia de los dichos del presidente de la conferencia episcopal, en orden a considerar como casi excesivos (llegando al límite) los argumentos de campaña tras la captación de votos.
Una de las realidades más importantes en lo contemporáneo, es la evolución de la sociedad. Hoy los integrantes de nuestra sociedad no son los mismos que eran hace dos décadas y más. Han surgido ideologías, movimientos y grupos organizados, que si bien pudieron haber existido antes, en la actualidad se hacen presentes y se hacen notar tanto en la contingencia como en la cotidianeidad, claro ejemplo de lo referido son las llamadas tribus urbanas. A su vez, esa notoriedad permite considerar, evaluar y formarse también una opinión no absoluta quizás por cada uno, pero sí con ciertos fundamentos respecto de cada segmento social.
Escuchando la entrevista y oyendo las declaraciones del entrevistado, él expresaba: “la Iglesia con qué calidad moral cuestiona a los homosexuales, si dentro de sí misma los pedófilos y los homosexuales también habitan”. Si bien no se puede calificar como corporativa la opinión vertida, es muy cierto e innegable que algunos sacerdotes llamados consagrados han avergonzado y desprestigiado a la Iglesia en el mundo, dejándola expuesta a comentarios de esta naturaleza y por consiguiente restando calidad de principios a sus manifestaciones. Corporativa digo pues la institucionalidad es una figura que trasciende a lo humano, y la Iglesia lo es, pero jamás perfecta como muchos de sus integrantes pretenden.
En definitiva, no es saludable a mi juicio que la Iglesia haga proselitismo político. No es saludable que interfiera en opinión ni en acción, en la campaña electoral presidencial. Ni mucho menos es saludable para ella misma, que brinde señales políticas sobre ciertos grupos sociales y dejando sensaciones en la ciudadanía de que se tilda el voto católico con ciertas acciones.
Una de las realidades más importantes en lo contemporáneo, es la evolución de la sociedad. Hoy los integrantes de nuestra sociedad no son los mismos que eran hace dos décadas y más. Han surgido ideologías, movimientos y grupos organizados, que si bien pudieron haber existido antes, en la actualidad se hacen presentes y se hacen notar tanto en la contingencia como en la cotidianeidad, claro ejemplo de lo referido son las llamadas tribus urbanas. A su vez, esa notoriedad permite considerar, evaluar y formarse también una opinión no absoluta quizás por cada uno, pero sí con ciertos fundamentos respecto de cada segmento social.
Escuchando la entrevista y oyendo las declaraciones del entrevistado, él expresaba: “la Iglesia con qué calidad moral cuestiona a los homosexuales, si dentro de sí misma los pedófilos y los homosexuales también habitan”. Si bien no se puede calificar como corporativa la opinión vertida, es muy cierto e innegable que algunos sacerdotes llamados consagrados han avergonzado y desprestigiado a la Iglesia en el mundo, dejándola expuesta a comentarios de esta naturaleza y por consiguiente restando calidad de principios a sus manifestaciones. Corporativa digo pues la institucionalidad es una figura que trasciende a lo humano, y la Iglesia lo es, pero jamás perfecta como muchos de sus integrantes pretenden.
En definitiva, no es saludable a mi juicio que la Iglesia haga proselitismo político. No es saludable que interfiera en opinión ni en acción, en la campaña electoral presidencial. Ni mucho menos es saludable para ella misma, que brinde señales políticas sobre ciertos grupos sociales y dejando sensaciones en la ciudadanía de que se tilda el voto católico con ciertas acciones.
¿No es razonable ni oportuno, ni tampoco coherente, que la Iglesia Católica defienda los puntos de vista que sustentan su doctrina, que viene desde hace 2 mil años y considerando que no ha aparecido Jesus de vuelta como para rectificarla o "adecuarla a los tiempos"?
ResponderBorraren definitiva lo interpreto como "pastelero a tus pasteles".
ResponderBorrarsolo me pregunto la política y los políticos, ¿son asuntos de la Iglesia? ¿Le compete a esa institución (la iglesia )referirse al estilo de liderazgo adecuado en una democracia???????????????????? creo que es la pregunta que debe hacerse el pueblo chileno.
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