La ex Presidenta de la República de Chile Michelle Bachelet Jeria (2006-2010), ha asumido por estos días el cargo de Secretaria General adjunta para los Derechos de la Mujer e Igualdad de Género, trabajo propuesto por la Resolución 1325 de las Naciones Unidas, hecho que la obliga a radicarse en Nueva York en el cumplimiento de esta función. Este alejamiento que no es fuera de los límites del planeta, ni significa incomunicación a nivel medieval, ha generado un revuelo político partidista, con características desde esquizofrénicas, hasta de histeria desenfrenada en el país. Cabe señalar que es extraño en este caso, dadas las particularidades de la idiosincrasia chilena, percibir una total ausencia de voces generadas por la ya conocida envidia chilena, que como siempre ningunea y cuestiona todo hecho que implique el ascenso o desarrollo o éxito del semejante. Lo que sí es entretenido, es presenciar el rasgado de vestiduras por parte de los personajes públicos de la izquierda, en orden a manifestarse en cierta orfandad de liderazgo político, y el aprovechamiento contextual por parte de la derecha, para subrayar un hecho neta y exclusivamente administrativo que no tiene relación alguna con posturas ideológicas.
La señora Bachelet, está claro y es innegable posee un carisma, una personalidad y un liderazgo natural, que la hacen merecedora del reconocimiento ciudadano, que se plasma en la popularidad que resulta de las encuestas. Lo nítido también es que durante su mandato tuvo errores mayores en sus decisiones (quizás mal asesorada), y también éxitos sociales y de gestión que la gran mayoría de los ciudadanos admite. Nótese que para alcanzar un porcentaje de popularidad de la magnitud que ella posee, se requiere que ideologías muy diversas confluyan en esa manifestación. Esta última es la gran diferencia a mi juicio, entre el ejercicio del poder de la señora Bachelet y el de su sucesor Sebastián Piñera Echeñique, cual es que una es reconocida por sus obras, empeño, gestión y su calidad de mujer, y el otro solo visto solamente como un enemigo al que haga lo que haga, (queda la sensación) no se le permitirá jamás la oportunidad del ensalce.
La izquierda representada por la Concertación y en especial su extremo, carece de alguna capacidad para reconocer en Sebastián Piñera: su buena voluntad; su gestión exitosa hasta ahora; los cambios profundos que ha promovido y que buscan optimizar los procedimientos normativos y administrativos en el país; la audacia resolutiva como por ejemplo la arriesgada económica y coyuntural en el asunto de los mineros atrapados; y su omisión a participar públicamente en debates estériles como por ejemplo su actitud inicial de restar o disminuir logros a sus antecesores, actitud que hoy no existe seguramente sugerida en virtud de su investidura representativa. Muy por el contrario, los opositores buscan y rebuscan en el mandatario la ambigüedad, aplaudir sus errores para grabarlos a fuego, y jactarse de sus dichos y expresiones extemporáneas, abusando y en algunos casos hasta cruzando el límite del respeto.
El llamado fenómeno Bachelet no es tal, solo es una respuesta ciudadana frente a una gran mujer. Su eventual candidatura presidencial 2014, es muy prematura determinarla, pues el escenario político aún tiene muchas páginas por escribir. En cuanto a Sebastián Piñera, no dudo cometerá errores, y también no dudo continuará esforzándose por lograr lo que la mayoría de los chilenos le encomendó. Conclusión, en este asunto solo estamos frente a una antecesora y un sucesor presidencial, y cada uno será medido y evaluado solamente por la historia. Mientras, es innegable a nuestro Chile le seguirá escaseando la generosidad, le continuará haciendo muchísima falta la altura de miras, y fundamentalmente requerirá con urgencia, abandonar en la historia la legítima división que nos separó, y que ya no es útil en una nación que solo busca el desarrollo para todos.
Creo que el gran problema del gobierno de Piñera es que no asume, increiblemente, que debe establecer la prioridad en representar al sector que lo llevo a La Moneda, la derecha, y sus ideas.
ResponderBorrarCreo que el analisis de Pablo Longueira es certerisimo y real, y Piñera debiera ponerle atención, ya que de lo contrario se expone a quedar solo y abandonado ante la lluvia permanente de criticas malintencionadas que recibe de la izquierda.
Debiera grabarse las palabras de Longueira :
"El gran problema del gobierno de Sebastián Piñera es que es de Sebastián Piñera. No he escuchado nunca a un ministro ni al Presidente hablar de la Alianza. No escucho a nadie hablar de la Alianza, el gobierno de nosotros, de la Alianza, de nuestras ideas"
Y ademas, Piñera debiera recordar las sabias palabras expresadas por Jose María Aznar en junio de 2008, en un discurso ante el Partido Popular:
""Nosotros tenemos que ser el partido en el que confíe la mayoría de los españoles (chilenos, en nuestro caso). No el partido que gustaría a nuestros adversarios.Tenemos que ser una alternativa creíble frente al socialismo. No una alternativa a nosotros mismos.”