Después de leer algunos artículos contingentes a la política nacional, la violencia eterna en el medio oriente, las incapacidades para lograr la solución de conflictos, … me preguntaba y reflexionaba sobre la indiferencia y propia de cada uno …. quién no se conmueve con la foto de un niño famélico cuyo estado de salud lo llevará a la muerte?, … quién no se siente conmovido por el dolor de las familias que sufren la pérdida de un ser amado, como sucede en medio oriente y en todo lugar del planeta donde en estos precisos momentos alguien nos deja?, … quién no ha de alguna manera solidarizado y nunca sabrá verdaderamente el dolor de perder un hijo, cuando la naturaleza nos ha señalado son nuestros hijos los que deben enterrarnos?, … quién no se conmueve por una imagen que expresa una sensación de ternura?, … en cuántas oportunidades últimamente nos han dicho que somos indiferentes? …
En este contexto Martín Luther King, en su batalla contra la segregación racial manifestó: "Estoy hondamente disgustado con la Iglesia Blanca y con sus directivas, con honrosas excepciones. Es doloroso ver cómo no hemos encontrado respaldo en nuestra justa lucha, sino crítica y oposición. Por eso, al ver los hermosos templos de ciertas ciudades me preguntaba ¿qué clase de gente ora aquí? ¿Quién es su Dios? Amo a la iglesia pero no entiendo su silencio cómplice y mucho menos sus alianzas con los poderosos. Ya la iglesia de hoy no es un grupo de cristianos que como "Agitadores del orden", lucharon contra la corrupción y las injusticias del imperio Romano. Si la iglesia no recupera su espíritu de sacrificio y su autenticidad perderá la lealtad de millones de gentes. Cada día me encuentro más jóvenes cuyo desacuerdo con la iglesia se ha convertido en franco disgusto". Este ícono de la justicia apuntaba con estas expresiones a la indiferencia y a nuestra incapacidad de asumir y responsabilizarnos de las injusticias más que lamentarlas, en especial se refería con su dolor a mi entender, a la “solidaridad mental” (actitud que sin duda es cómoda y gratuita) que generalmente adquirimos cuando se nos pide a gritos un mayor dinamismo en nuestras respuestas o actitudes. Es increíble como el efecto de la indiferencia puede ser aplicado a una pésima y cuestionable actitud, como también genera y produce llamados de atención y hasta en cierta medida atracción, en la fase de acercamiento o conocimiento entre parejas, … también destruye y corroe relaciones con plataformas muy bien sustentadas, … y finalmente parece repudiable poseer ciertos grados de indiferencia. Dice la psicología que la indiferencia es una actitud psicológica ante algo que se valora como neutro, ni positivo ni negativo, ni bueno ni malo. El indiferentismo abre una brecha en la relación, que puede llegar a deteriorarse e incluso a romperse. Al parecer es un arma de doble filo entonces, tan conveniente utilizarla pero también, tan punitivo y cuestionable ignorarla.
Dice Mario Fuentes Bizama – Profesor de Filosofía, que la indiferencia es la careta del egoísmo y concluye en su documento haciendo un llamado que me parece fundamental: “No demos autoridad a la indolencia, ni pretendamos justificar el cansancio, o las decepciones de algunos momentos de la vida. Ese dolor interno, ese abismo de todo amor que llevamos en nosotros y que no llena ninguna cosa mortal, es revelación de la grandeza del destino del hombre que aspira a colmarse de lo divino. El inmenso dolor es incompatible con un ser miserable. Que maravilloso debe ser entonces, tener el virtuosismo de apreciar y valorar lo mucho, lo poco, lo intangible … y todo lo que nos brinda la existencia. Dice alguien finalmente: "Lo más atroz de las cosas malas, es el silencio verbal y de acción de la gente buena".
En este contexto Martín Luther King, en su batalla contra la segregación racial manifestó: "Estoy hondamente disgustado con la Iglesia Blanca y con sus directivas, con honrosas excepciones. Es doloroso ver cómo no hemos encontrado respaldo en nuestra justa lucha, sino crítica y oposición. Por eso, al ver los hermosos templos de ciertas ciudades me preguntaba ¿qué clase de gente ora aquí? ¿Quién es su Dios? Amo a la iglesia pero no entiendo su silencio cómplice y mucho menos sus alianzas con los poderosos. Ya la iglesia de hoy no es un grupo de cristianos que como "Agitadores del orden", lucharon contra la corrupción y las injusticias del imperio Romano. Si la iglesia no recupera su espíritu de sacrificio y su autenticidad perderá la lealtad de millones de gentes. Cada día me encuentro más jóvenes cuyo desacuerdo con la iglesia se ha convertido en franco disgusto". Este ícono de la justicia apuntaba con estas expresiones a la indiferencia y a nuestra incapacidad de asumir y responsabilizarnos de las injusticias más que lamentarlas, en especial se refería con su dolor a mi entender, a la “solidaridad mental” (actitud que sin duda es cómoda y gratuita) que generalmente adquirimos cuando se nos pide a gritos un mayor dinamismo en nuestras respuestas o actitudes. Es increíble como el efecto de la indiferencia puede ser aplicado a una pésima y cuestionable actitud, como también genera y produce llamados de atención y hasta en cierta medida atracción, en la fase de acercamiento o conocimiento entre parejas, … también destruye y corroe relaciones con plataformas muy bien sustentadas, … y finalmente parece repudiable poseer ciertos grados de indiferencia. Dice la psicología que la indiferencia es una actitud psicológica ante algo que se valora como neutro, ni positivo ni negativo, ni bueno ni malo. El indiferentismo abre una brecha en la relación, que puede llegar a deteriorarse e incluso a romperse. Al parecer es un arma de doble filo entonces, tan conveniente utilizarla pero también, tan punitivo y cuestionable ignorarla.
Dice Mario Fuentes Bizama – Profesor de Filosofía, que la indiferencia es la careta del egoísmo y concluye en su documento haciendo un llamado que me parece fundamental: “No demos autoridad a la indolencia, ni pretendamos justificar el cansancio, o las decepciones de algunos momentos de la vida. Ese dolor interno, ese abismo de todo amor que llevamos en nosotros y que no llena ninguna cosa mortal, es revelación de la grandeza del destino del hombre que aspira a colmarse de lo divino. El inmenso dolor es incompatible con un ser miserable. Que maravilloso debe ser entonces, tener el virtuosismo de apreciar y valorar lo mucho, lo poco, lo intangible … y todo lo que nos brinda la existencia. Dice alguien finalmente: "Lo más atroz de las cosas malas, es el silencio verbal y de acción de la gente buena".
La verdad es que la indiferencia es un mal de los tiempos actuales y lo que es peor ,como sabemos eso ,lo hacemos propio ,creo que si cada uno de nosotroas fuese capaz de salvar esa indiferencia en nuestro medio mas cercano podriamos seguir ocupando ese idealismo que perdimos a traves de los años ,producto de las preocupaciones que nos inventamos dia a dia -Si solo nos ocupasemos ,en vez de preo-cuparnos temdriamos quizas el tiempo para no pasar indiferentes frente a las injusticias de este mundo ,nos hace falta el valor y la verdadera capacidad para amar,solo se nos ha enseñado a querer...como se quieren las cosas con un afan de posesion y en ese afanar pasamos indiferentes por la vida .-
ResponderBorrarSabes me gusto esta reflexion .-
Saludos .-
Los invito a leer una novela breve relacionada, MIL MILLONES:
ResponderBorrarhttp://librosdeabelcarvajal.blogspot.com