Con especial atención oía informaciones sobre el asalto acaecido antenoche a una casa particular, hecho que violentó la tranquilidad de una familia y sobre lo cual quisiera reflexionar brevemente. Desde hace un tiempo, ya se viene haciendo frecuente esta forma de delincuencia, atentado a la vida privada que sin duda deja secuelas más en los niños y jóvenes víctimas, que en las personas adultas. Pero quisiera dirigir mi pensamiento hacia lo que comentaba una de las entrevistadas al ser consultada por este suceso.
Al referirse la señora a las medidas preventivas que el condominio (donde estaba situada la casa) aplicaba para evitar la delincuencia, respondía: ... “tenemos contratados guardias, tenemos nocheros, tenemos sistema de ADT (alarma conectada a una empresa la que llama a Carabineros), tenemos rejas y creíamos que estábamos algo seguros, ... pero al parecer no es así”.
Hasta dónde se puede calcular, ... el delincuente no avisará jamás cuando vendrá, ... pues si fuese así sin duda lo esperaríamos. La prevención incrementa las posibilidades de evitar un acto delictual, pero sin duda esas mismas medidas deben estar frecuentemente atendidas por el factor humano, más y doblemente aún atendidas aún cuando la percepción ciudadana y la frecuencia de delitos similares se hacen notoriamente sucesivos.
Sobre las medidas de seguridad y sobre como la sociedad entiende este aspecto, meditaba durante algunos instantes, cuando pensaba en los guardias del METRO, a quienes frecuentemente se les observa en pareja y vigilando que los pasajeros “paguen” antes de pasar por el torniquete, en vez de observar actitudes sospechosas de algunos que no precisamente desean utilizar el medio de transporte. Sin duda los superiores jerárquicos, han dado la orden de priorizar el pago y relegar a un segundo plano la seguridad de los usuarios. Análogo a lo anterior es el sistema de guardias en los bancos, supermercados, y otras instituciones ... queda la sensación de que lo primero por resguardar es lo material y luego la seguridad de las personas.
Al referirse la señora a las medidas preventivas que el condominio (donde estaba situada la casa) aplicaba para evitar la delincuencia, respondía: ... “tenemos contratados guardias, tenemos nocheros, tenemos sistema de ADT (alarma conectada a una empresa la que llama a Carabineros), tenemos rejas y creíamos que estábamos algo seguros, ... pero al parecer no es así”.
Hasta dónde se puede calcular, ... el delincuente no avisará jamás cuando vendrá, ... pues si fuese así sin duda lo esperaríamos. La prevención incrementa las posibilidades de evitar un acto delictual, pero sin duda esas mismas medidas deben estar frecuentemente atendidas por el factor humano, más y doblemente aún atendidas aún cuando la percepción ciudadana y la frecuencia de delitos similares se hacen notoriamente sucesivos.
Sobre las medidas de seguridad y sobre como la sociedad entiende este aspecto, meditaba durante algunos instantes, cuando pensaba en los guardias del METRO, a quienes frecuentemente se les observa en pareja y vigilando que los pasajeros “paguen” antes de pasar por el torniquete, en vez de observar actitudes sospechosas de algunos que no precisamente desean utilizar el medio de transporte. Sin duda los superiores jerárquicos, han dado la orden de priorizar el pago y relegar a un segundo plano la seguridad de los usuarios. Análogo a lo anterior es el sistema de guardias en los bancos, supermercados, y otras instituciones ... queda la sensación de que lo primero por resguardar es lo material y luego la seguridad de las personas.
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